Sedientos, con
la mirada pérdida por la angustia, fatigados y tristes, millones de
cuerpos se mueven ansiosos por encontrar
el tesoro oculto entre las brumas de la incertidumbre: la esperanza.
Ya no quieren escuchar, desdeñan las vanas promesas de los líderes,
magos de las transformaciones utópicas, y de
las voces de los que tiran y halan las cuerdas de la información y la
desinformación, contaminadas por los intereses. Perdieron el sentido del tiempo
ante la denigrante realidad de las promesas incumplidas que ahondan los efectos
de las injusticias y la inequidad. Miles
de años de hambre y discriminación desfiguran los rostros humanos; los surcos
de dolor se demarcan en ellos como patética evidencia de la sinrazón y del
olvido.
¡Qué contraste! En un letrero de tamaño gigante, la figura de un robusto joven anuncia la magia de un
producto alimenticio. Ellos, los caminantes, voltean la mirada con
indiferencia. Pesa demasiado el rastro del hambre y las enfermedades que destruyen y aniquilarán
las generaciones. Conmueve la
incertidumbre vital de niños con aspecto cadavérico, diezmados por el hambre,
la falta de higiene y atención sanitaria. Abre grietas en el alma, la carencia
de hogares propios, adecuados y dignos. Oprime la incertidumbre futura por la falta de escolaridad o formación
eficiente de los hijos.
Es una ironía vivir en sociedades en las que todavía la miseria diezma la fe en el futuro.
Es una burla el ruido de las voces que hablan de solidaridad, justicia, equidad
y apenas pueden mover su cuerpo por el peso metálico de sus bolsillos. Es una
vergüenza la compra y venta de la dignidad humana, del pudor y de la
conciencia. Sobre todo, no se justifican las grandes diferencias marcadas por
la ambición, la avaricia desmedida y el egocentrismo.
Hoy, como ayer, un reclamo, silente o exteriorizado, repercute en muchas
naciones con la crudeza del hastío; cargado de matices dramáticos y la
corriente negativa que genera la necesidad y la desconfianza, contra los que se
creen dueños del planeta.
En miles de rincones del mundo, surgen las voces que demandan respeto a
la vida, a la subsistencia, al equilibrio de la naturaleza, al uso racional de
los recursos; la distribución equitativa del pan, del agua, de los bienes
naturales y los espacios habitables. Pero,
también, se escuchan las voces de los que se dedican a esperar y esperar, sin
aportar con su esfuerzo y dedicación a la superación de las dificultades. Son
muchos los que no sacian su sed, porque no buscan el agua y, sencillamente,
arrebatan, de cualquier forma, lo que otros han obtenido con esfuerzo y
dedicación. Viven en consonancia con la idea de vivir del otro.
A nadie se le puede negar el
indiscutible derecho a vivir en paz;
elegir su estilo de vida, sus ideas, la compañía que considere conveniente.
Pero ¡qué ironía!, funcionan estructuras sociales que inducen a la dominación y
manipulación de los seres humanos que actúan de forma planificada para incidir,
primordialmente, sobre los menos capaces de discernir y rebatir las inequidades
e injusticias, o los carentes de visión definida y correcta de la vida.
Hastiados de las palabras que no son secundadas con acciones positivas,
los caminantes esparcen el dolor en las oscuras veredas del camino y junto a
él, el rastro sombrío del odio y la violencia. Muchos pierden la fe en sí
mismos, la inercia y el pesimismo les nubla los sentidos.
Las secuelas de las mentiras y del cinismo oprimen la sociedad y, en
muchos casos, la atemorizan con la destrucción indiscriminada de vidas. La
incertidumbre encierra en celdas de angustia e inseguridad a personas que nunca
soñaron que llegarían a ser prisioneros de los escépticos, frustrados e
indiferentes y violadores de las normas
y las leyes, no por desconocimiento, sino
porque imitan y se apoyan en los
parámetros trazados por los que las irrespetan deliberadamente y no son
sancionados.
A semejanza de las ondas sonoras, el olor de la angustia se expande y
contamina todos los espacios, intoxicando las mentes con esencias de rencor y
desamparo. Reiteradamente, se afecta el
equilibrio planetario con las vibraciones negativas de sociedades
prisioneras del dolor, del hambre, el desempleo, la ambición, la inequidad, los vicios y la sed insaciable de poder.
¿Qué se puede hacer ante esta
realidad? Es urgente desarrollar corrientes ideológicas y prácticas que generen
la esperanza, sustentadas en el aporte
individual y colectivo; valorar e imitar la trayectoria de los verdaderos
líderes de la humanidad; aunar los esfuerzos de personas constructivas y
altruistas para impulsar las transformaciones necesarias.
Identificar el potencial individual tiene un valor incalculable. Muchas veces queda oculto,
subestimado u olvidado voluntariamente. En ese potencial oculto pueden estar
los soportes fundamentales para la ejecución de los cambios necesarios. Sin
tener que realizar acciones extraordinarias, se puede contribuir a impulsarlos,
actuando de conformidad con los principios correctos, y abriendo la mente hacia
las innovaciones positivas y la
preservación del equilibrio en todos los órdenes.
En el plano individual, urge emprender el camino del autoconocimiento.
Solo conociéndose y explorando el potencial que se posee, se estará en
capacidad de aportar a los procesos de desarrollo y crecimiento.
El propósito debe ser prepararse
efectivamente para dar y recibir. Estos
son ejes fundamentales del vivir en sociedad. Se cultivan adecuadamente, cuando
se parte de cuestionamientos fundamentales: ¿para qué existo?, ¿cuáles son mis
principios?, ¿cuáles son mis talentos y limitaciones?, ¿hasta qué punto me dejo
influenciar?, ¿qué pretendo lograr?, ¿cuál es mi nivel de compromiso con la
sociedad?, ¿qué acciones ejecuto para crecer
intelectual y espiritualmente?, ¿cuál es mi visión de la ciencia y la
tecnología?, ¿respeto las leyes y normas sociales?, ¿amo la naturaleza?, ¿me
identifico con los más necesitados?, ¿respeto y empleo racionalmente la capacidad
de los que laboran o cooperan conmigo?, ¿colaboro con el desarrollo de los demás?
A estos, podrían agregarse muchos otros cuestionamientos.
Es imprescindible identificar si se posee fortaleza de espíritu;
capacidad de discernir con propiedad
ante las ofertas tentadoras que llevan a caminos inciertos, y resistir a las
manipulaciones revestidas de bondades, pero que entrañan destrucción. No se puede obviar que la superioridad del
pensamiento consciente y la actitud responsable ante la vida, son los factores
que garantizan la integridad moral y la
certeza de acercarse al cumplimiento de los principios que deben regir la
existencia humana.
La solución de los problemas mundiales no es tarea de una, dos o un
grupo de personas; es una responsabilidad que atañe a todas las sociedades. Por
supuesto, el compromiso de los más capacitados y poseedores de mayores recursos
es superior. Les corresponde asumir un liderazgo responsable y efectivo.
Para fomentar la esperanza y la responsabilidad, compete a las familias
asumir su rol y funciones con idoneidad. Rectificando cuando sea necesario,
pero nunca apartándose de su razón de ser. Considero que los cimientos de la
familia deben sustentarse en el amor, el diálogo, el respeto, la planificación conjunta,
la cooperación, la capacidad de negociación y manejo de conflictos, el
cumplimiento de normas, y la conformación de un sólido equipo vinculado
afectivamente, en el que prevalezca la clara definición de roles y respeto a
las diferencias individuales.
No se necesita ser un letrado para discernir entre el bien y el mal;
entre el fortalecimiento de la relación familiar o el caos. La experiencia
vital, la observación y reflexión sobre la naturaleza dan las respuestas al
diario vivir. Por ejemplo, cualquier madre sabe que por ley natural la
lactancia materna es más provechosa para un niño que la lactancia con productos
industrializados. No obstante, millones de mujeres, sin justificaciones o
impedimentos valederos, privan a sus hijos de esa gran oportunidad de recibir
una alimentación natural y equilibrada, que, además, contribuye con el
desarrollo del sistema inmunológico y desarrollo de la afectividad y seguridad
del lactante. Pienso que si queremos una
sociedad más humanizada debemos iniciar por el fortalecimiento del vínculo del
amor madre-hijo, a través de la lactancia materna.
Son incompatibles con la estabilidad familiar, el fomento de la envidia,
la manipulación sicológica, la explotación económica, la falsedad, el engaño,
el irrespeto, el abandono, la prepotencia, la agresión verbal y física. Graves
consecuencias generan el fomento de la
competencia insana, la humillación y ridiculización de sus integrantes, y,
sobre todo, la indiferencia e insensibilidad ante los problemas que afecten a
cualquiera de sus miembros.
Como respuesta a las aspiraciones sociales, los gobernantes deben desarrollar programas que den respuesta
a las problemáticas imperantes; manejar con
cautela y racionalidad los recursos públicos, evitando los dispendios o
el aprovechamiento oneroso en beneficio de personas o grupos específicos.
Es su deber fomentar las condiciones para la generación de la
cultura de la paz, la no violencia y la convivencia armónica entre las naciones, y evitar los conflictos bélicos
innecesarios que destruyen comunidades en todos los aspectos. No se pueden
destruir vidas humanas o patrimonios de los pueblos, por saciar apetencias de
poder y dominio económico. Mucho menos, lanzar fuera de su habitad a personas
inocentes y ajenas a esos intereses.
Lo ideal sería que los gobernantes propiciaran la creación de lazos justos de intercambio comercial,
tecnológico y cultural. Por supuesto, que la consecución de estos
planteamientos solo será posible cuando se entienda que la paz es garantía de
vida, equilibrio y bienestar colectivo. La voluntad de preservar o mejorar las
condiciones presentes y futuras de los ciudadanos debe ser la razón de ser de
la gestión gubernamental.
Compete a los sistemas educativos, contribuir con la transmisión de la
cultura, el fomento de los valores correctos y de la conciencia innovadora en
los docentes y educandos. Su compromiso
entraña la reflexión sobre los sistemas vigentes, la creación de nuevas
metodologías, técnicas y estrategias educativas que den apertura a nuevas
formas de pensamientos y acciones generadoras de bienestar colectivo. Se
evidenciará su alcance en la
ejemplaridad de los agentes educativos,
la calidad de su relación con las
familias, y su impacto en los procesos de integración o transformación social.
El compromiso social que entraña la educación impartida por del sector
privado sobrepasa la visión de la
rentabilidad económica. Implica un gran compromiso social que requiere visión,
disposición, planificación, inversión, renovación de recursos humanos y
materiales de acuerdo al ritmo de las innovaciones de la tecnología y del conocimiento,
la cultura, la ciencia y las demandas sociales.
Por otra parte, es necesario resaltar la importancia y el poder de los
medios de comunicación, los cuales pueden edificar las sociedades o contribuir
con la destrucción social cuando los mensajes que se difunden no son adecuados. Lesionan la sociedad si se
destinan a la difusión de vulgaridades, a la distorsión de los hechos,
la mentira y el descrédito.
Considero que los medios de comunicación deben jugar un papel estelar en
las transformaciones sociales. Lo ideal sería la estructuración de equipos integrados por la familia, el sistema educativo y los medios
de comunicación, los cuales estarían vinculados
a través de proyectos comunes.
Es fundamental abordar lo referente al factor económico, el cual es
decisivo en el presente y el destino de los pueblos. Sabemos que la búsqueda de la solución a problemas
económicos, genera procesos migratorios legales o ilegales. Los efectos no son
siempre positivos. La migración ilegal es responsable de la muerte de miles de
personas y, en algunos países, impacta en el aumento del desequilibrio
familiar, la descomposición social y
represiones gubernamentales.
Diariamente, miles de personas forman parte de la lista de caminantes en
busca de esperanzas en el orden
económico, las cuales podrán ser saciadas cuando las condiciones económicas
cambien, se abran nuevas fuentes de trabajo, se generalice la práctica de
manejar la situación de los trabajadores con sentido de respeto al ser humano, aplicación del sentido de justicia en
el trato y retribución por su labor.
En la solución de los problemas, el sector empresarial y comercial son
determinantes. Sin lugar a dudas, se puede afirmar que el desarrollo
empresarial y comercial es fundamental en las sociedades y que su impacto
positivo se percibe con mayor precisión
cuando su accionar va acompañado de prácticas positivas y un alto nivel
de compromiso social.
Obviamente, quedan muchos aspectos por abordar. Apoyándonos en la lógica
y la realidad histórica de las sociedades humanas, damos por sentado el
fenómeno de las carencias que motivan el transitar humano y las secuelas
negativas que dejan las sociedades o grupos inconformes con su realidad. Muchas
naciones del mundo, incluyendo la nuestra, están inmersas en procesos de crisis con connotaciones de orden
espiritual, económico, ético, social, entre otras dimensiones. Estas realidades
demandan el aporte de soluciones, tanto en el orden individual como
colectivo.
MINERVA CALDERÓN LÓPEZ, M.A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario