La educación dominicana necesita líderes
en todas partes, en todos los niveles del sistema, si queremos que este
funcione, o mejor, que sea un verdadero sistema. No podemos pretender
que en un país con los problemas educacionales que hoy padecemos, las
cosas puedan hacerse y los resultados esperados y deseados lograrse por
decreto ni por orden de nadie, sea quien sea y cual sea el nivel desde
el cual dirija. No se trata de procesos ni de resultados, se trata de
PERSONAS. Los procesos son ejecutados y mejorados, las PERSONAS los
ejecutan y mejoran. Los resultados son alcanzados, logrados, obtenidos:
las PERSONAS los alcanzan, logran, obtienen. La clave son las personas que trabajan en, desde y para nuestra educación.
Maestros y profesores, directivos, técnicos, supervisores, personal de
apoyo: todos son importantes. La familia de cada estudiante es
importante. La comunidad educativa en general es importante. Y por
supuesto, los alumnos son LOS MAS IMPORTANTES. No están allí por
nosotros, estamos aquí por ellos. Todo lo que se haga en nuestra
educación es por y para ellos, que son el futuro de esta nación nuestra.
No perdamos el foco, no nos desorientemos, por Dios, y lo escribe un
convencido maestro con tres décadas de carrera enamorada e
ininterrumpida: NO HAY NADA NI NADIE EN EDUCACIÓN MAS IMPORTANTE QUE EL ALUMNO MAS HUMILDE DEL MAS HUMILDE CAMPO DOMINICANO!
Pero para que eso se haga realidad en la práctica, se requiere liderazgo genuino y comprometido a todos los niveles. Nada ni nadie puede obligar a un maestro a amar y entregarse a sus alumnos. Eso sólo
lo puede lograr el ejemplo de un director que los ama y lo demuestra
cada día con su preocupación y ocupación constante por ellos, con el
nivel de prioridad máxima que otorga a los alumnos, con la coherencia
entre su prédica
y su práctica al respecto. O el de un técnico o directivo que visita un
centro y lo primero que hace es buscar a los alumnos e interesarse
sinceramente por ellos, su vida, su aprendizaje, su salud, su apetito,
su estado anímico, su satisfacción con el centro, la paz de su hogar. O
el del maestro veterano y enamorado de su profesión y de su
ejercicio, que es visto, respetado y amado por los muchachos como un
padre porque EL SE SIENTE SU PADRE Y SE LO DEMUESTRA A DIARIO,
mas allá de salarios, incentivos, condiciones laborales, cuatro por
ciento (...o cinco, o diez!), Asociaciones y Ministerios. O, cómo olvidarlo, el del joven educador de poca experiencia pero de mucho amor, que estudió magisterio
por amor, que ejerce su carrera por amor, y que derrocha amor en cada
encuentro con sus alumnos, dentro y fuera del aula, porque sabe (o sólo lo siente, pero para los efectos, es igual) que sin amor a sus alumnos es imposible ser MAESTRO...
He escrito desde
hace mucho (con base en múltiples investigaciones e intervenciones), y
entrenado a muchos cientos de personas en ello, que la principal función de un directivo a cualquier nivel es lograr que cada integrante del colectivo que dirige, sepa, quiera y pueda
ser y hacer, en cada momento, todo lo necesario para contribuir al
logro de los objetivos de la organización, en la mayor armonía posible
con sus propios objetivos personales de desarrollo. Y que es esa, en mi opinión personal y profesional, la verdadera esencia del liderazgo.
Y también opino que esa es la principal carencia de
nuestra educación hoy día: falta un liderazgo genuino en todas partes,
que impulse a todas y todos los trabajadores del sistema educativo a
luchar sin descanso por la calidad educativa. Desde un enfoque de mando,
no lo lograremos. Necesitamos un enfoque de EJEMPLO. Necesitamos
LIDERAZGO, y por supuesto, LIDERES, en TODOS LOS NIVELES DEL SISTEMA:
altos funcionarios líderes, funcionarios intermedios líderes, directivos y técnicos líderes, y sobre todo, MAESTROS Y PADRES LIDERES. Sólo así daremos el salto imprescindible. Y la República Dominicana que queremos, sólo puede ser edificada desde una educación diferente a la que hoy tenemos. Con la actual, nunca lo lograremos.
Lideremos todos el cambio educativo!
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