
Hoy, contemplo el vuelo incesante de un ave sobre las copas de los árboles. Se mueve de un lugar a otro, pica la corteza; toma una pequeña rama y la coloca en el lugar donde poco a poco va formando el nido. Siento su presencia como un símbolo de libertad, habilidad, de gestión basada en el instinto. Nada es complejo en su rutina; parece feliz o satisfecho. Algún día se posará en el nido, ligero de equipaje y seguro en su habitad.
Comparando el trajinar de las aves con la vida humana, pregunto ¿qué tan ligero o pesado puede ser el equipaje en la existencia humana?, ¿cuál es la carga tolerable de anhelos, proyectos, éxitos, bondades, frustraciones, luchas, sin llegar al agobio? Es evidente que se hace más compleja la vida cuando se exige más de lo que se puede realizar. No está demás preguntar ¿cuántos seres humanos viven en un estado de desesperación permanente por el deseo de aumentar su equipaje con bienes materiales excesivos, en algunos casos obtenidos de forma irregular, que al final de cuentas los esclavizan?
En términos generales, se puede afirmar que la envidia, el afán de competir de manera enfermiza y desproporcional, la inseguridad personal, y la búsqueda desmesurada del éxito imponen un peso adicional a la conciencia, y una presión excesiva en el ritmo de vida. La insatisfacción, si no se logra lo deseado, puede generar la sensación de desazón e inconformidad causantes de violencia, adicción a los vicios, conductas desmesuradas, rebeldía, intolerancia y depresión.
El equipaje es pesado e insoportable para los que actúan sin escrúpulos; cegados por la ambición desmedida; eludiendo todos los principios éticos; destruyendo los lazos familiares; arrasando con las posibilidades de amar y apreciar sinceramente. Tarde o temprano, el excesivo peso aniquilará las fuerzas espirituales, síquicas y físicas. Sus consecuencias más significativas son el rechazo social, el abandono, la soledad interior, a pesar de que, en muchos casos, se encuentran rodeados de pulpos humanos o aduladores que alimentan su ego insatisfecho.
Disminuir el equipaje conlleva reflexión, establecimiento de prioridades en todos los órdenes; definición de propósitos; exclusión de las actitudes vanas e improductivas. Requiere una introspección profunda y la exclusión de lo superfluo, nocivo y entristecedor. Implica liberarse de frustraciones pasadas e, inclusive, del odio, la rebeldía, la inconformidad con la vida o todo lo vivido.
Implica una vida plena, en la que cada acontecimiento, decisión, o paso se enmarque dentro de lo necesario, correcto y placentero. Además, requiere la disposición permanente de crecer en el orden espiritual, intelectual y afectivo; de auto-valorarse y valorar a los demás, así como el permanente rechazo de lo incorrecto y deshumanizante. Los efectos de este proceso se proyectarán en una convivencia armónica, que repercutirá en la adopción de conductas que evidenciarán la responsabilidad individual y social.
La ligereza de equipaje aleja la adulación; entraña el proceder y enfoque justo que incluye la ponderación de lo bueno, correcto y beneficioso. Dista de la conducta incorrecta, de las prácticas destructivas, de la utilización inescrupulosa de los demás, y la falsedad en las relaciones. Entraña la asimilación de principios religiosos, éticos, estéticos y sociales. Indudablemente, adherirse a la visión trascendente de la vida contribuye a la justificación del valor de los esfuerzos, sacrificios y colaboración.
Aunque parezca paradójico, los compromisos del hombre que vive ligero de equipaje son muchos. A pesar de esto, el vivir día a día acorde con sus principios, venciendo obstáculos y creando alternativas estimula su existencia y le produce una satisfacción espiritual que aligera el espíritu y hace el existir más placentero y esperanzador.
En conclusión, este enfoque no representa una utopía, más bien, plantea la sustitución de lo excesivo por lo necesario; el rescate de los espacios mentales ocupados por sentimientos y recuerdos destructivos; el compromiso con una visión constructiva de la vida y con la capacidad de afrontar las dificultades de manera coherente, segura y acorde con los principios fundamentales. Implica, además, la búsqueda de la autenticidad, la exploración y desarrollo de todo el potencial latente en el ser humano, dando así cumplimiento a la razón del existir.
La definición de un proyecto de vida coherente y constructivo, el proceder ordenado, la fe en Dios ; la reflexión sobre los pasos dados y la humildad para reconocer las debilidades, rectificar sobre los errores y valorar los aportes de los demás, aligeran el peso del equipaje y amplían las posibilidades de llegar más lejos en el trayecto vital.
Por: MINERVA CALDERÓN LÓPEZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario