El término maestro, enseñante, profesor se utiliza para designar a la persona que se dedica a la enseñanza. Puede estar especializado en un área, ciencia, arte o disciplina. Para ejercer con la profesionalidad requerida, necesita estar dotado de una personalidad equilibrada, estable, definida en sus metas, con sentido de respeto hacia la humanidad y la naturaleza. Además de poseer la formación pedagógica que exige el dominio del arte de enseñar, debe ser una persona preocupada por el desarrollo de las técnicas e innovaciones.
El maestro ha jugado, históricamente, un papel determinante en la preservación de la cultura y en la promoción de los cambios sociales. A pesar de las discrepancias en cuanto a su rol social, las cualidades y los requerimientos para su ejercicio, la sociedad lo percibe como persona transmisora y facilitadora en el proceso enseñanza- aprendizaje y en la producción de conocimientos.
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Algunos utilizan indistintamente los términos maestro y pedagogo. En la acepción actual, el pedagogo es un experto en la educación formal y no formal que organiza de manera efectiva los programas, estudia los factores que intervienen en la conducción del proceso educativo con sus connotaciones escolares, familiares, laborales y sociales. Implica, pues, conocimiento de los elementos fundamentales para el análisis del fenómeno educativo.
Al hablar de un maestro con dominio pedagógico es necesario referirse a un profesional en permanente proceso de actualización del conocimiento humano y científico y que no restringe su saber al área de su especialidad. Por consiguiente, está abierto a la incorporación de ideas provenientes de diferentes áreas y ciencias; entre ellas: las Neurociencias, Psicología general, Psicología de la personalidad, Psicopedagogía, Psicología del desarrollo, Psicología evolutiva, Dinámica de grupos, Metodología de la investigación, Investigación educativa, Educación comparada, Educación ambiental, entre otras.
Esa asimilación permanente de conocimientos es un imperativo en su ejercicio profesional, debido a que el maestro necesita estar capacitado para interpretar y analizar los rápidos cambios científicos, tecnológicos y sociales; comprender la situación de retraso y marginación compartido por millones de habitantes del mundo y las opciones para la superación de las enormes desigualdades sociales y los problemas educativos en general.
Se utiliza el término conocimientos y no dominio, debido a que la rapidez con que se producen los avances científicos, imposibilita el logro de un dominio absoluto de la ciencia. Como es natural, las ciencias no producen innovaciones con la misma intensidad; ni el acceso a sus aportes es igual en todas las naciones. Por esas razones, lo más lógico es que el profesional de la educación se ejercite en la búsqueda permanente del saber, desarrolle el espíritu crítico constructivo e inculque en los alumnos el hábito de investigación, la actitud de humildad versus la arrogancia del que cree saberlo todo.
El maestro como profesional puede participar en los procesos de investigación, formación de docentes, gestión en el sector educativo, planificación educativa e incursionar, ampliando sus conocimientos, en las áreas de la comunicación oral y escrita, debido a que la naturaleza de su profesión le exige desarrollar la capacidad de comunicación.
Es pertinente destacar, que ciertos analistas prefieren atribuir la calidad de maestros sólo a los profesionales que laboran en los niveles inicial, básico y medio Consideran que el verdadero rol del maestro se ejerce en esas etapas del proceso educativo.
Difiero de esa concepción, porque entiendo que el proceso de aprendizaje, el afianzamiento de valores; el cambio de actitud ante la vida, el saber y la capacidad de desarrollarse socialmente, no concluyen en la infancia, ni en la adolescencia. Por consiguiente, en cualquier nivel educativo se pueden producir aprendizajes significativos y por lo tanto es factible la incidencia del maestro desde diferentes perspectivas.
De hecho, el ser humano no puede concebirse como un ente estático o amarrado a sus procesos; sino como alguien capaz de innovar su visión de la vida y de la realidad, producir modificaciones y cambios en los órdenes físico, intelectual, y espiritual.
La oportunidad que he tenido de recibir docencia con profesionales innovadores, generadores de actitudes positivas hacia el conocimiento, me permiten afirmar de manera convincente que también a nivel universitario se puede ejercer el verdadero magisterio. Es necesario hacer la salvedad de que no todo el que trabaja en los diferentes niveles es realmente un maestro, en todo el sentido de la palabra. Lamentablemente, muchas personas sin vocación de maestros y sin la formación profesional requerida, laboran como docentes por múltiples razones, primordialmente de orden económica.
En síntesis ¿qué es ser un maestro? Tradicionalmente se designa como
maestro al que enseña un arte, un oficio, una ciencia; la persona que ha alcanzado un alto grado de conocimientos en el área y es capaz de enseñar, conducir , dirigir .En sentido general, también se denomina maestro al conductor de un evento, una construcción , al director de orquesta, líder espiritual o artístico.
Desde mi visión y experiencia docente, opino que el verdadero maestro es aquel que tiene disposiciones intelectuales, inclinaciones, aptitudes y actitudess específicas para enseñar, conducir, incentivar los seres humanos en su proceso de desarrollo y cambios. Es aquel que es capaz de abordar con capacidad, alegría y responsabilidad la acción educativa. Ama su compromiso y de alguna manera deja huellas positivas en el alma y el intelecto de sus alumnos por su capacidad de autodominio, análisis, reflexión, innovación, adaptación a las circunstancias e inducción al verdadero desarrollo que entraña conocimientos, armonía intelectual espiritual y física.
Creo que el auténtico maestro ama la verdad, demuestra equilibrio y consistencia al defender sus posiciones; proyecta sentido de solidaridad e identificación con los seres humanos, es poseedor de sensibilidad social, sentido crítico constructivo, humildad, sentido estético, de justicia y de equidad.
Lo ideal sería alcanzar todas las cualidades y descollar en los aspectos antes señalados, pero, en términos reales, lo importante es internalizar el deber ser y acercarse a él a través de un ejercicio convincente y digno. Realmente el magisterio requiere de un estilo de vida coherente y ejemplar, que de una manera u otra paute todas las manifestaciones del existir.
Entre el ideal y la realidad del ejercicio se imponen múltiples circunstancias y situaciones cambiantes. Como son las siguientes:
-El maestro en la actualidad trabaja en un mundo globalizado, inmerso, en la mayoría de las sociedades, en una crisis de valores que se refleja en la situación de las familias, el descuido en la formación de los hijos y el escaso seguimiento a sus procesos educativos.
- Predomina la actitud de millones de personas que priorizan la adquisición de lo material y descuidan o ignoran el desarrollo intelectual y espiritual
-Se evidencian, en muchos países, las incoherencias entre los planteamientos filosóficos de los sistemas educativos y la realidad o praxis educativa alejada de los principios.
-Existe un significativo contraste entre los presupuestos destinados a la educación y a la investigación educativa y otros renglones, como la adquisición de armas.
-La presencia de la necesaria inversión privada en la educación, establece profundas diferencias que inciden en el desarrollo de los pueblos y el ejercicio docente.
La realidad de Rep. Dominicana impone que además del conocimiento y asimilación de las pautas ideales, el maestro dominicano tiene que cultivar cualidades e incorporar conductas que le permitan hacer factible el ejercicio docente en condiciones muy disimiles. Debe estar apto para el ejercicio de la capacidad de adaptación, creatividad y autodominio.
Es necesario destacar que las profundas desigualdades económicas y sociales
que prevalecen en la sociedad dominicana, se reflejan en el comportamiento de los alumnos en las aulas y en el apoyo, descuido o indiferencia de los padres. Por ejemplo, hay estudiantes que no reciben ningún tipo de orientación en el hogar porque los padres no le dedican tiempo, son iletrados, están divorciados, fallecidos, separados, ausentes, o carecen de todo y tienen que subsistir con lo que producen cada día fuera del hogar. Otros tienen tanto, que ´´no pueden´´ disponer de tiempo para dar seguimiento a los hijos, sin afectar sus negocios y relaciones sociales y comerciales.
El vacío afectivo y la falta de respaldo de los padres, hacen que el maestro o maestra tenga que asumir los roles de padre, madre, amigo, consejero, y en muchos casos, corre el riesgo de recibir reclamaciones paternas injustificadas.
Pero la situación no termina ahí, debido a la descomposición social imperante usted no sabe, en muchos casos, a quienes está educando y el nivel de susceptibilidad de los padres o de su capacidad y nivel de receptividad para escuchar sugerencias o conocer resultados de evaluaciones.
Los padres verdaderamente identificados con los procesos educativos de sus hijos son receptivos, críticos constructivos y colaboradores. También se da la situación opuesta y se pueden generar conflictos caracterizados por la agresividad y el irrespeto al maestro y la institución educativa.
Estos ejemplos son pruebas fehacientes de que el maestro tiene que convertirse en un experto en las relaciones humanas, para saber enfrentarse a la diversidad de situaciones que implica su ejercicio.
En lo que respecta a las condiciones laborales, se evidencia la diversidad y desigualdad de condiciones. Podría el maestro disfrutar de la dicha de trabajar en un institución pública o privada, bien equipada, con mobiliario adecuado, recursos tecnológicos actualizados, material didáctico de primer orden, asistencia técnico administrativa e impartir docencia a estudiantes bien alimentados y poseedores de todo lo necesario para su aprendizaje.
En contraposición a lo anterior, es probable que la institución sea estructuralmente insegura e inadecuada y que los estudiantes reciban docencia prácticamente a la intemperie, o donde ¨llueve adentro¨ por la inadecuación y malas condiciones del plantel.
Además, con las siguientes limitaciones: carencia de mobiliario adecuado, de materiales educativos, de recursos tecnológicos y apenas con la disponibilidad de tiza, borrador y una pizarra rayada y torcida.
No estoy exagerando. Demos una vuelta por la ciudad o el campo, y lograremos las evidencias. Cientos de escuelitas funcionan en los patios o en espacios habilitados para esos fines y han sido gestadas por la iniciativa privada, sobre todo en los sectores marginados, debido a la insuficiencia de las escuelas públicas.
Abundan las escuelas públicas y privadas que se desenvuelven con precariedad y los maestros deben manejar los problemas generados por la sobrepoblación escolar; la problemática de salud de los estudiantes, y, en sectores específicos, la desnutrición estudiantil y el abandono familiar.
En esas circunstancias, se ve el maestro precisado a ser un experto en el manejo de grupos con fines didácticos; un observador del estado de salud de sus estudiantes para referirlo a los centros asistenciales de salud, cuando sea necesario; y en cierto modo conocedor de técnicas de apoyo afectivo, técnicas terapéuticas sicológicas y de elevación de la autoestima, en el caso de abandono familiar. Hacemos la salvedad de que no todas las instituciones educativas cuentan con profesionales de la Psicología y de la Orientación Escolar para ofrecer la asistencia sicológica.
Como señalamos, la insuficiencia o carencia de recursos tecnológicos se puede evidenciar en un número considerable de instituciones del sistema educativo dominicano, sin distinción de niveles. A pesar de eso, existe la reticencia a invertir en educación los recursos económicos necesarios, aunque está demostrada la vinculación real entre la educación y el desarrollo de los pueblos.
No sé que sucedería en este país, si no existiera la inversión del sector privado en la educación. Con sus éxitos y debilidades, contribuyen a la satisfacción y cumplimiento de uno de los derechos inalienables de los seres humanos: el derecho a la educación.
En la Rep. Dominicana el maestro debe ser una especie de mago con capacidad para estirar sus ingresos, subsistir, sostener o contribuir con el sostenimiento familiar, pagar los costos de transporte, recreación, descanso y actualización profesional. Tiene que adquirir materiales, libros; cubrir el costo de la adquisición y uso de los equipos tecnológicos adecuados para su actualización. Indudablemente que esta es una hermosa utopía que genera conflictos en las mentes de los verdaderos maestros. ¿Hasta donde puede lograrse el estiramiento de los ingresos en una sociedad desequilibrada en el orden económico?
Tomando en cuenta nuestra realidad, las preguntas obligadas son: ¿cuánto invierten las instituciones educativas en la actualización permanente de los docentes?, ¿cuáles son los montos de los presupuestos destinados por los sectores públicos y privados a la capacitación docente?, ¿quiénes supervisan los procesos de capacitación y cuales disposiciones establecen la actualización profesional permanente para el ejercicio de la docencia? ¿ se cumple con los programas de incentivos y reconocimientos a los docentes preocupados por la actualización y el cumplimiento de sus labores?
El docente dominicano debe desarrollar una gran capacidad de auto-motivación y realismo. La gran verdad es que si usted no es dueño de la institución educativa, sus sueños de avance económico casi siempre rozarán el suelo, A pesar de que se sobrecargue de trabajo, apenas podrá subsistir o vivir de manera modesta. Pero ¡cuidado!, porque la salud puede a la larga jugar una mala pasada a consecuencia del pluriempleo.
No obstante, con esa carga de auto-motivación y romanticismo que caracteriza al verdadero maestro, se oirá decir: No he logrado una posición económica adecuada pero soy una persona respetada y apreciada por muchas personas de la sociedad a las que he ayudado en su proceso de desarrollo, a través del ejercicio docente. Con orgullo se exhibirán los logros intelectuales alcanzados y se mencionarán los nombres y éxitos de aquellos que fueron sus alumnos. Indudablemente, ese es el premio insustituible, gratificante e invaluable del ejercicio magisterial.
Mientras tanto, recorriendo trayectos largos y tediosos, miles de docentes luchan por alcanzar las prestaciones y beneficios laborales que les corresponden, después de largos años de esfuerzos y servicios. El resultado de las gestiones es…….Complete la idea.
Destaco la importancia que debe tener el maestro en la sociedad; el respeto y apoyo que merece el ejercicio docente profesional, la necesidad de capacitación, actualización profesional y de mejoramiento de las condiciones económicas. No es posible pensar en el verdadero desarrollo en República Dominicana sin priorizar la inversión en la capacitación y la estimulación para el ejercicio docente idóneo.
La cuestionable posición en que se ubica el nivel educativo de nuestro país, compromete a la introducción de impostergables modificaciones. Considero pertinente que las universidades seleccionen cuidadosamente las personas que estudiarán Educación y que los maestros en ejercicio, voluntariamente, procedan a la autoevaluación; a luchar por el perfeccionamiento, e, inclusive, abandonar la docencia si ya no se sienten identificados con su rol.
Mejorar la calidad educativa es un reto impostergable para cualquier Gobierno Dominicano. Sabemos que la educación ha sido y es priorizada por los países que son líderes del desarrollo humano y del crecimiento económico, La pregunta que inquieta es ¿realmente se quiere alcanzar el auténtico desarrollo humano en nuestro país?
Por último, el respeto y alta valoración de los esfuerzos que realizan miles de docentes, aun en situaciones adversas, me permiten afirmar que el verdadero maestro, además de poseer los conocimientos de rigor, debe amar a la humanidad y evidenciar una amplia disposición para entender, comprender y luchar por un mundo mejor.
Minerva Calderón López, M. A.
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